JUAN VILAPLANA SOUSA

ADMINISTRADOR DEL MARQUES DE DOS AGUAS EN ONIL
NACIO EN 1850 EN ONIL.
DESDE 1887 HASTA 1909 FUE ALCALDE Y CONCEJAL EN VARIAS LEGISLATURAS.
1908 DEJA EL CARGO DE ADMINISTRADOR DEL MARQUES.

viernes, 20 de enero de 2012

Bicentenario del Cardenal Paya


En este año que se celebra el Bicentenario del nacimiento del Cardenal Paya, nos sumamos en este modesto e humilde blog. Hemos escogido un articulo del blog  La cigüeña de la Torre por De la Cigoña. Francisco Jose Fernández Cigoña.
Hace referencia a un libro escrito sobre parte de la vida del Cardenal por Antón Pombo Rodríguez.




Miguel Payá y Rico (Benejama, archidiócesis de Valencia y provincia de Alicante, 20-12- 1811-Toledo, 24-12-1891), obispo, arzobispo y cardenal, fue una relevante figura del episcopado hispano si bien en ningún momento recayó sobre su persona el liderazgo moral de nuestra Iglesia. Costa y Borrás, García Cuesta y Moreno Maisonave fueron sucesivamente las referencias de nuestros obispos y cuando él llegó a la sede primada los años le habían incapacitado para asumir esa jefatura. Brillante sacerdote en unos años muy difíciles para la Iglesia, dificultades que sufrió en su propia carne, en 1858 quien era entonces canónigo lectoral de Valencia se encuentra preconizado como obispo de Cuenca. Enérgico, instruido, activísimo, muy celoso de su autoridad hasta extremos que en ocasiones resultaban despóticos, se inaugura en su diócesis con algo que sería en él una constante. Sus enfrentamientos con los distintos cabildos catedralicios que le tocaron. Y en los que siempre resultó al fin triunfador aun a costa de dejar cadáveres en el camino sin demasiados miramientos a la caridad y ni siquiera a la justicia. Así fueron pasando los días conquenses hasta que la “Gloriosa” volvió a enfrentarse abiertamente con la Iglesia. En la protesta eclesial fue Payá un obispo más. Quiero decir con ello que no destacó especialmente. Aunque tampoco fue remiso en sus réplicas a los abusos gubernamentales. Hasta que en 1869 partió a Roma para participar en el Concilio Vaticano I. Y ese fue el hito que marcó su posterior fulgurante carrera eclesial. Porque un obispo irrelevante, como tantos otros de la eclesial asamblea, en un día se convirtió en figura estelar del Concilio. Las discusiones sobre la infalibilidad se prolongaban sin que se pudiera aventurar el término de las mismas hasta que, llegado el turno de oradores al obispo de Cuenca, éste pronunció un discurso tan impactante que tras él concluyeron inmediatamente los enfrentamientos, los oradores restantes renunciaron al uso de la palabra y la infalibilidad pontificia se definió como dogma de fe. Con lo que Payá regresó a España con la aureola del gran triunfador en el Concilio y el agradecimiento de Pío IX que ya no olvidaría al conquense. En su capital estaba el obispo cuando los carlistas toman la ciudad con el pillaje consiguiente. ¿Nació de ello la declarada antipatía que a partir de entonces demostró siempre Payá a carlistas e integristas? ¿O aquella se debió más bien a que entendió que su carrera eclesial estaba ligada a la dinastía alfonsina y no a un pretendiente derrotado y que no llegaría a reinar en España? Yo me inclino más por esta última versión. Pero, sea lo que fuere, lo cierto es que Payá sería de los obispos más favorables a Alfonso XII y a su hijo tras la muerte de éste. Y en quien carlistas e integristas hallarían siempre un declarado enemigo. Restaurada la monarquía Payá es promovido a la archidiócesis compostelana y el Papa, que no olvidaba al defensor de su infalibilidad le crea cardenal en 1877. Llega a Santiago con extraordinario prestigio que todavía crecerá al encontrar los restos del Apóstol que se habían ocultado muchos años antes sin que desde entonces hubieran aparecido. Y de nuevo enfrentamiento con el cabildo, mayoritariamente carlista, al que somete castigando a sus adversarios, entre ellos el insigne López Ferreiro, y nombrando a incondicionales suyos incluso recurriendo al nepotismo. Habiendo renunciado Fray Zeferino González a la sede primada, Payá, tan grato a la dinastía restaurada y tan en línea con la actitud antilegitimista del nuevo Pontífice, León XIII, es nombrado arzobispo de Toledo(1886-1891). Llegaba un anciano decrépito y entregado ya a una camarilla poco recomendable. Aunque genio y figura, hasta la sepultura. Su pasión por las obras, recordemos también de su etapa compostelana la cesión del monasterio de Conjo para hospital psiquiátrico, le lleva a emprender la de un nuevo seminario , obra ingente que llegó a ver concluida. De nuevo se enfrenta con el cabildo siendo particularmente inicua su actuación contra el insigne Manterola aunque finalmente terminará resplandeciendo la justicia y las malas artes empleadas contra él. Una administración muy desarreglada terminó desacreditando a un anciano cuya voluntad ya manejaban otros.

Fotos realizadas enero 2012  por Vilaplana Sousa en Toledo.

Cuadro del Cardenal Paya en la Sala Capitular.





Lapida donde se encuentra enterrado del Cardenal Paya en la Catedral de Toledo en la capilla de la Virgen del Sagrario. En esta capilla el Cardenal nada más llegar la primera vez a Toledo fue arrodillarse ante esta capilla Patrona de la Ciudad.

 Catedral Primada de Toledo de noche.






Articulo en el Correo Gallego sobre el libro del Cardenal Paya.

Antón Pombo Rodríguez ha publicado, en una edición que comparten el Instituto Teológico Compostelano y el Consorcio de Santiago, un libro titulado O Cardeal don Miguel Payá y Rico (1811-1891). Bispo de Cuenca, Arcebispo de Compostela e Primado de España. Parte el autor de los contenidos de su tesis doctoral, dirigida por el profesor Barreiro Fernández y presentada en la Universidad de Santiago de Compostela. Se trata de un trabajo realizado con gran pulcritud metodológica y evidente rigor. Tras una buena introducción, que da cuenta de las claves históricas de las que partir y de las fuentes consultadas, se nos ofrece una reseña de quien fue arzobispo y cardenal en Compostela, así como la aproximación a su obra escrita, a la acción pastoral y la administración diocesana de la que se encargó ocupándose, en concreto, de cuestiones tales como las propias de su pastoral y la acción social. ­El libro tiene, además, una serie de cuadros cronológicos, que aportan información concreta sobre distintos personajes de la época, y un apéndice documental, con veintitrés textos que nos llevan desde un Anónimo Satírico publicado contra el obispo de Cuenca (1861) hasta una necrológica, relativa al entonces Primado de Toledo, publicada en El Globo (1891).
Payá, visto desde Galicia, es una figura muy relevante en su Historia Contemporánea. Con él se relaciona el redescubrimiento de las reliquias que son reconocidas, entonces, como propias del Apóstol Santiago el Mayor. Sucede en 1879, siendo 1880 Año Santo en Compostela. En ese contexto se hará la cripta de la Catedral, que guarda la urna con los restos que se reconocen como propios de Santiago el Mayor, lo que se confirma en un documento pontificio firmado León XIII: la bula Deus Omnipotens (1884).
Es, por entonces, cuando se revitaliza el culto jacobeo y, con él, el Camino de Santiago.

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