JUAN VILAPLANA SOUSA
ADMINISTRADOR DEL MARQUES DE DOS AGUAS EN ONIL
NACIO EN 1850 EN ONIL.
DESDE 1887 HASTA 1909 FUE ALCALDE Y CONCEJAL EN VARIAS LEGISLATURAS.
1908 DEJA EL CARGO DE ADMINISTRADOR DEL MARQUES.
sábado, 24 de abril de 2010
La aviación en Onil 1936-1939.
Este es un articulo de D. Mariano González de Pablo.
LA HISPANO SUIZA-AVIACION – GUADALAJARA-ALICANTE (1936-1939)
Con las primeras luces de un 4 de abril de 1939 una extraña caravana abandonaba el pueblo de Onil, en la provincia de Alicante, buscando tras pasar bajo la sombra del castillo de Biar, en la estación de ferrocarril de Villena un tren incierto que los llevase hasta Guadalajara. Un borriquillo tiraba de un pequeño carro sobre el que unas maletas de madera y pequeños envoltorios con ropa se acomodaban como mejor podían media docena de chiquillos de corta edad. Eran componentes de dos familias, una con cinco hijos y otras con nueve, de la que yo era el mayor de todos. Dejaban el pueblo, pies tras pies, a instancias de las nuevas autoridades queles habían invitado a ello. Unas cacerolas con dos o tres conejos condimentados y nueve pesetas de plata que tenía mi madre, eran los bienes disponibles para un viaje lleno de interrogantes..
¿Cómo habíamos llegado hasta allí?
Mediado el mes de septiembre de 1936 sobre la pista de tierra, un avión, el último Nieuport-52 calentaba su motor. A su espalda, la gran bocana del hangar totalmente abierta dejaba ver su interior lleno de silencio y desolación. Mi padre y otro compañero tiraron de las cadenas que sujetaban los calzos que impedían la marcha del avión y éste inició su rodadura. Asidos a los alerones de cola, esfuerzos a los que me uní, trataban de impedirlo. El Nieuport-52 inició su marcha, se elevó y con él se fueron todas las posibilidades de que Guadalajara contase con una gran industria aeronáutica con “La Hispano Suiza-Aviación” a la cabeza. Yo había ingresado en ella el 20 de agosto anterior, recién cumplidos catorce años, como “chico”, aprendiz de todo, en su Oficina Técnica de Fabricación.
En aquellos días de septiembre un tren de mercancías cargó con todo el equipamiento industrial y administrativo de “La Hispano” con destino a Alicante en un viaje sin retorno. El personal laboral y administrativo lo hicimos dos días después y llegados todos a Alicante se inició su laborar en la nueva ubicación de la Empresa. Un destino obligado por exigencias de la estrategia militar del momento que vivíamos.
Rabasa, un altiplano a la altura de San Vicente del Raspeig –por entonces Floreal del Raspeig- nos acogió en sus naves vacías. En ellas, en otras próximas y en la iglesia del pueblo se instalaron con más o menos dificultades todas sus secciones. La fabricación de los Nieurport-52 seguía su andadura soslayando como mejor podía las circunstancias del momento.
El recinto estaba aparentemente custodiado por un pequeño grupo de soldados de Aviación. Digo aparentemente porque nunca los vi. En el perímetro de las instalaciones se hicieron unos hoyos donde instalaron grandes ametralladoras antiaéreas. Nunca se usaron porque nunca apareció por allí avión enemigo alguno. En una de las alarmas de previsible ataque aéreo, que sí las hubo, quise comprobar los efectos de aquellas ametralladoras bien guardadas en sus nidos protectores. Corrí hacia el más próximo a mi oficina y me encontré sólo. No apareció soldado alguno para manejarla. Los militares o no estaban o se habían protegido en los refugios de hormigón semienterrados preparados para esas emergencias.
La ciudad era bombardeada cada vez con más frecuencia e impunidad. Los depósitos de Campsa, la estación de ferrocarril, el puerto con barcos hundidos, quillas al aire y chimeneas emergiendo de sus aguas aceitosas eran sus objetivos preferidos. Una mañana las bombas cayeron sobre el mercado de abastos con las consecuencias fáciles de explicar. Alguna tarde la sorpresa deun ataque naval. Los obuses más que daños sembraban el terror en la población.
A Rabasa llegaban de vez en cuando nuevos aviones a reparar procedentes de las bases de Alcantarilla, LosAlcázares o San Javier, en Murcia. Modelos desconocidos, los FockerWof por ejemplo, que no era motivo para que los especialistas de “La Hispano” no acabasen con sus problemas. Llegaron los “Chatos”, minúsculos aviones de caza rusos, biplanos, fuertemente armados y rápidos que desplazaron definitivamente al Nieuport-52 de nuestros amores.
La eminente aparición de aviones enemigos de más largo alcance procedentes siempre de Palma de Mallorca, los ataques nocturnos a la ciudad por un hidroavión que decían amaraba en las proximidades de Gandía, al que el pueblo le llamaba “el viudo” porque siempre actuaba solo, exigían la presencia de una fuerza aérea disuasoria y en Rabasa se aposentó una escuadrilla de “chatos” que al menos todos los días que estuvieron defendiendo el espacio alicantino no hubo bombardeos. Una mañana esos aviones fueron trasladados a otro destino. La “quinta columna” funcionó muy bien. Esa noche Alicante fue bombardeada de nuevo.
Un barco ruso, el “Transval” trajo hasta el puerto de Alicante los primeros Kalicarpov 1-16 luego conocidos como “Moscas”. El personal de La Hispano se encargó de su recogida y traslado a sus instalaciones. “La Hispano” había incorporado a su potencial industrial maquinaria y personal de “Aisa” una industria del ramo procedente de Madrid. La conjunción de ambas bajo las siglas SAF-15 (Servicios aéreos de fabricación) seguían con su labor fabril sin sobresaltos, pero llegó un momento en que la seguridad de sus instalaciones peligraba y se dispuso la disgregación de su conjunto entre varios pueblos de la provincia. Monovar,Agost, Sax, Busot, Onil,yCastalla fueron los elegidos. El invierno de 1937 todo lo que era Dirección y Administración de la SAF-15 lo pasamos protegidos por los gruesos muros y sus bellos espacios interiores en el Convento de la Santa Faz, muy próximo a Alicante, lugar de peregrinación de los alicantinos tras la Semana Santa para adorar la reliquia del velo de la Verónica que según la tradición secó la faz de Cristo en su camino hacia el Calvario. A principios de 1938 nuevo cambio. Esta vez junto al pueblo de Villafranqueza. Una hermosa finca cuajada de frutales. Un espléndido chalet donde se instalaron los servicios de dirección y administración de la SAF-15. Otro chalet más pequeño fue asignado a la Oficina Técnica de Fabricación en la que yo seguía. Aquel conjunto se llamaba “El Rinconet” en el que una mañana un ruido atronador nos sobresaltó. Pensamos lo peor. Falsa alarma. El piloto del primer “Mosca” salido de la sección de montaje instalada en Onil quiso celebrarlo dando una pasada a muy baja altura sobre “El Rinconet” y sus ocupantes. Anecdótico.
Todo funcionaba. En Agost se fabricaban fuselajes, alas y cuanto de madera llevaban los “Moscas”. Otra sección hacía los soportes metálicos, otra entelaba y tornos, fresas y matriceros iban copiando, a falta de planos, pieza a pieza las de ese avión. Busot acogió en las cuevas de Canalobre y bajo la impresionante altura de su bóveda y la maravilla de su interior horadado por las aguas el montaje de los motores.
Respetando su interior se practicó un espacio en forma de pasillo donde se trabajaba con total seguridad. Castalla fue el pueblo receptor del almacén general de la SAF-15.
A mediados de julio de1938 me dieron la responsabilidad de llevar el almacén de “Producción terminada” en Onil. Mi estancia durante dos años en la Oficina Técnica de Fabricación me había proporcionado una experiencia idónea para el cargo. Mi familia ya residía allí. Mi padre seguía en la sección de montaje.
El almacén estaba ubicado en lo que había sido Ermita de Nuestra Señora de la Salud en la parte baja del pueblo. Me encontré con una plantilla de nueve personas. Una chica francesa de poco más de veinte años que se hacía llamar Gillet llevaba el papeleo de la oficina. Un señor de unos cincuenta años, Vicente, que decía tener una pequeña fábrica de muebles en Elda y que tuvo que cerrar por estar sus dos hijos que le ayudaban en el ejército Un joven seminarista “protegido” por su hermana, mayor que él y personas del pueblo contratadas por la SAF-15. Tengo dos recuerdos de entonces: una enciclopedia francesa que me regaló Gillet y un juego de dominó, regalo del Sr. Vicente, hecho con trozos del fuselaje de un “mosca” pintado por arriba de verde camuflaje y azul por abajo, colores que exhibían esos pequeños aviones Una caja, fino trabajo de artesanía, propia de un ebanista de clase guardan las fichas.
Cada día procedente de “El Rinconet” un motorista hacía de correo recogiendo en cada sección los partes de trabajo y entregando normas a seguir. Yo enviaba el movimiento del almacén con detalle de los productos recibidos y los entregados a la sección de montaje. Todo de una normalidad absoluta. Los laterales de la ermita ocupados por largas estanterías metálicas donde numeradas, clasificadas por zonas concretas para su ensamblaje, se guardaba cuanto llegaba dos o tres veces por semana. Las alas de metal, madera y enteladas depositadas en unas “camas” especiales a lo largo y ancho de su crucero central. Altímetros, relojes, niveles y demás aparatos de control se guardaban donde estuvo el coro de la ermita. Perfectamente conservado, un armónium con sus teclas amarillentas por el paso del tiempo era fiel reflejo de tiempos anteriores. Alguna vez el seminarista tecleaba en el sin mucho éxito.
Un pequeño destacamento de soldados de aviación nos protegía.
A mediados de marzo del 39 el almacén se nos estaba quedando pequeño. El flujo de entradas y salidas no se correspondía. Las estanterías no bastaban y las piezas se acumulaban en el suelo. Las alas, sin sus “camas” se colocaban planas sobre el piso de cemento.Busot, pieza clave en el proceso de fabricación había dejado de enviar motores montados e incluso piezas de repuesto. Los obreros de montaje deambulaban sin saber qué hacer entre aviones sin terminar. Un mañana ni el seminarista ni su hermana aparecieron por el almacén. Unos días después el Sr. Vicente me dijo se marchaba a Elda porque “aquello” se había terminado. Los contratados de Onil se quedaron en sus casas y la francesita se fue, con un soldado de aviación hacia el puerto de Alicante en busca de un barco francés que los llevase a su país.
En la mañana del 31de marzo soldados italianos procedentes de Castalla entraron en el pueblo entonando la “Giovinezza”. En un balcón próximo al Ayuntamiento y en un mástil improvisado alguien izó una bandera bicolor. En el bar de la plaza obsequiaban con vino moscatel a quien quisiera.
Las instalaciones de la SAF-15 fueron ocupadas por soldados de aviación. Del almacén se hizo cargo un Teniente que portaba un inventario facilitado en “El Rinconet” y todavía no sé por qué tuve que firmarlo.Había material para montar una treintena de ”moscas” a falta de motores. He sabido fueron acabados en “La Hispano Aviación” en Sevilla.
Nosotros y tantos otros obreros “de aviación” como nos llamaron, atendimos la amable invitación que se nos hizo y abandonamos el pueblo. Muchos años después he estado en Onil Ya no era el pueblo que conocí. Ahora es un lugar moderno. Una ciudad en pequeño. Aquellas naves de montaje se han convertido con “FAMOSA” (Fabricantes de muñecas de Onil, SA” en una de las más importantes industrias jugueteras de España. La Ermita de la Virgen de la Salud, restaurada por las autoridades autonómicas valencianas, es un bello lugar abierto al culto. Un rincón de oración y respeto.
Fuente.Alicante Vivo.
PD. El teniente militar que se hizo cargo del almacén y del campo de aviación era Francisco Minguez Vergara ..
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2 comentarios:
Vuelvo a decirlo.....¿era esencial usar todos los lugares sagrados de mi querido Onil para menesteres guerreros?, ¿por qué no se respeta ninguna religión por los que no creen en ella?..........
Belter
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