miércoles, 15 de agosto de 2012

Cavanilles I


El legado que Cavanilles dejo sobre el Reino de Valencia ha sido de valiosa información para historiadores, cronista de las localidades pertinentes, curiosos de la historia o simplemente hombres que quieren saber como vivían sus antepasados, donde hizo un inventario sobre la vegetación, agricultura y su producción de aquellas gentes del Reino de Valencia. Fue un observador meticuloso, amante de su tierra, interesado por como trabajaban sus paisanos y que costumbres tenían, hoy en día es un referente de muchos estudios el trabajo del botánico Cavanilles.
Antonio José  Cavanilles i Palop nació en Valencia el 16 de enero de 1745 y falleció en Madrid el 5 de mayo de 1804.  Su infancia transcurre en la ciudad de Valencia, donde cursa sus primeros estudios en el Colegio de San Pablo, dirigido por los Jesuitas. En octubre de 1759 inicia sus estudios de Filosofía en la Universidad de Valencia y de manera privada completa su formación con estudios de Matemáticas y Física.
Es de 1777 a 1789, como preceptor de los hijos del Duque del Infantado, Cavanilles fija su residencia en París. Es allí donde se inicia en los estudios de botánica. En 1780 comienza a mostrar un gran interés por el estudio de las plantas y gracias a su amistad con André Thouin y Antoine Laurent de Jussieu tiene acceso a los materiales custodiados en el Jardin du Roi, el centro botánico más importante de la época. Se ordenó sacerdote en Oviedo en 1772.
 Cavanilles recibió el encargo del gobierno de Carlos IV de emprender un estudio naturalista de la flora española para recoger y clasificar especies botánicas. Su valido, el conde de Floridablanca pretendió blindar España de las corrientes revolucionarias sirviéndose del control fronterizo y de resoluciones que suponían el distanciamiento de Madrid de intelectuales destacados. Cavanilles, cuyo carácter también le había granjeado enemigos y detractores, inició su viaje en su tierra natal.
"En la primavera del año 1791 empecé a recorrer la España de orden del Rey para examinar los vegetales que en ella crecen" son las primeras líneas del prólogo a esta obra. Durante tres años, entre el 20 de marzo de 1791 y el 3 de octubre de 1793, en tres campañas que suman veinte meses de viaje, Cavanilles exploró el país a pie y a caballo: "Con el propósito de averiguar la verdad de todo cuanto fuese posible por observaciones propias, atravesaba llanuras y barrancos y subía hasta la cumbre de los montes".
Como él mismo apunta, no siempre fue bien recibido "A no ser por la hospitalidad que he debido a los dignos párrocos, me hubiera visto muchas veces en la dura precisión de pasar la noche con mis mulas" y se alojó allí donde sus credenciales y a buena voluntad de las gentes abrían las puertas de sus casas. Sorprende la adaptación de aquel hombre acostumbrado a la vida cortesana a la dureza de aquel peregrinaje, cargado de sus útiles para confeccionar herbarios, de cuadernos para sus anotaciones, de muestras de minerales...



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